Narrativa

ACEPTANDO EL HORROR

Acepto que desde hace muchos años no estoy bien, prácticamente desde que era una niña y tuve que aprender a fuerza que la vida no es rosa y la gente no toda es buena, es verdad esto, no logro sentirme bien del todo, y la mayor parte del tiempo expongo mascaras que se han vuelto una aparejo que sustenta una inferida normalidad, porque este mundo no esta hecho para endebles que no pueden desafiar los ramalazos de la vida, porque aquí todos franqueamos esta calamitosa prueba que a veces supone el solo hecho de respirar, y es que, debemos aceptar que el horror hace parte del régimen de este orbe, que esto no esta hecho para almas frágiles y ojos achinados por los destellos de sus propios y osados sueños.

Que aquí vivir para vivir no es un concepto coligado a la felicidad, sino al dolor que experimentas en el camino de espinas hacia ella, y si te quedas a tientas, si te faltan las fuerzas, si tus pies se queman en el largo desierto que transitas en su pesquisa, si de sus llagas brotan manantiales salados y el ardor te dobla las piernas, no te permitas el lamento y la queja, no te muestres humano y arremete en contra de tu propia lasitud.

Si tus ansias no alcanzan el estándar instaurado por las masas, debes aceptar que eres una levedad, pues habrán muchos que al igual que tú andan a pedazos, pero esperan como en una contención tu caída,  porque deleitarse en la derrota ajena también hace parte de este mezquino sistema, así que, una vez más tendrás que observarla desde lejos, y aunque te quemes por dentro, ponte una de tus tantas mascaras y contén el llanto y la frustración, porque llorar tampoco es cosa de humanos, y más bien eleva tu voz al cielo y da la gracias, pues ya sabes, tus tribulaciones no son nada en cotejo a la congoja de otros más aciagos y no debes lamentarte tanto y tener sobre todo, gratitud.

Acepto, que estar llenos de cicatrices nos lleva a la cima de aquel que sigue en píe, aunque sus ojos sean cuencas oscuras y vacías, aunque su cuerpo contenga historias infringidas desde el horror, aunque sea una vasija de barro compuestas de trozos maltrechos, llenas de coyunturas que dejan entre ver en medio de sus ruinas un alma en llamas, agarrada a su poca dignidad  y creyendo que ese purgatorio es lo que la hace aguerrida y  justamente ahí, donde la dignidad también se escapa como humarada con el viento, lograrás a gran escala acercarte ese mal tan necesario, de ser mancillo físico y emocional para estar posicionados en los estándares de un  ejemplo a seguir.

Reconoce las  mil versiones  que viven en ti, aquellas que se la juegan cada día para sostener activo este circo del existir, personalidades y alegrías inexistentes, sueños rotos y desazón. Los tantos reveses  y nada  tiempo para duelos absurdos por cosas que no te suceden solo a ti, pero no te quejes,  estar quebrados nos eleva, aunque lleguemos desintegrados por este amargo intento de vivir. Reconoce que la vida y las consecuencias de vivirla te han dañado, reconoce que no haz podido salir incólume del todo, que la  mala hazaña obró, que cada herida se llevó  algo de ti que nunca volvió, incluso la comisura de tu boca que pregonaba una sonrisa, que la crisis existencial es un estado natural del ser y necesario para mantener al menos un interrogante colgado en algún lugar del infinito y  el dolor que  ha transcendido la barreras del  espacio y el  tiempo se ha apocado a las pocas ganas y  nos ganó  con ventajas cada una de las batallas.

Katty Saenz

Webs Babylon, New York. 

Mayo 23 de 2021

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