Narrativa

LA CAMINATA

Tercera Parte

Todos en este lugar caminaban a mí alrededor como zombis, disolutos del mundo que les rodeaba, sumidos en su propia inmundicia, abstraídos de la realidad y aferrados al sistema de lerdos que hoy puebla esta orbe, parecían estar sincronizados en sus frustraciones, arrastrando la misma sumisión, abandonados de su humanidad, eran cuerpos vacíos incapaces de mirar su entorno, sin articular iban y venían con la carga que supone esa exigencia del  arquetipo que establece no solo la sociedad; si no la familia, la coleta de ¨amigos¨ ineptos que hacen parte de esa agenda consumista y elitista que cargas todos los días en tu maleta laboral, impelía también su propia exigencia, aquella que le programaron en su cerebro desde niño y de la cual fue víctima toda la vida, un velo en los ojos, una cadena imaginaria en las manos que surte un efecto poderoso, te borra el panorama real de  tu propia existencia, te vuelve incapaz, un número en una empresa que te boicotea amargándote el camino a esa pensión que te costó seguro noches de frustración y vacíos en la mesa, te quita los sueños y te hace un esclavo desde el minuto cero hasta el último latido de tu corazón.

Una punzada amarga me sacó de mi letargo, cuando sonó por primera vez y en horas en mi teléfono el tono que le había dado a ese dulce tormento con el que había vestido el amor, sentí un vacío acerbo que me aflojó las piernas, mi corazón era un indómito dando salvajes envestidas a las maltratadas paredes de mi pecho;  un déjà vu se proyectó en la azulada pantalla que tenía en frente y pude verme por enésima vez abandonada en esa cama que más que un lecho cómplice y testigo de mis ardores había sido el refugio de mis incontables lágrimas, su voz se hizo eco que retumbaba en mis oídos y por más que intentaba no escuchar una vez más su anunciado adiós, lo cierto es que; su voz se perdió fría y vacía ante esa multitud, la vi marcharse y con ella se fue mi circulo vicioso de dolor.

Por fin y a fuerza comprendí en medio de la caminata que todo había acabado, que no estaría más en ese lecho frío y vacío ahogando mis penas e inundando las almohadas con todas mis frustraciones, ya no sostendría un minuto más la idea vana del amor que viene de uno y alcanza para dos, desperté de un sentimiento ilusorio que andaba entre bambalinas aferrado solo a mis ideales, construido solo con mis fuerzas, me quité el velo y con este una mala interpretación del amor, le pedí perdón por colocarle trajes tan baratos, por bajarlo a ese nivel tan decadente, por condicionarlo a mis vacíos, por confundirlo con mis traumas de la infancia.

Le pedí perdón por creerlo artífice de todas mis malas decisiones, por ser su enemiga y colocarlo en lugares tan extraños. Ese día le prometí y me prometí nunca más caer tan bajo, no recibir como dosis diaria ese maltrato psicológico de alguien que proclama amarte mientras te dice a gritos todo lo que necesitas para estar a su altura; prometí no recibir vestigios y abandoné esa posición de mendiga en el amor, me proclamé dueña absoluta de lo que soy y lo vi desde ese momento como la máxima expresión de amor. Tomé mis pasiones y las convertí en aliadas, ahora juego con ellas y con las ansias ajenas, tomé también la decisión de no anidar en cualquier lecho mi vehemencia, me pertenecí, me amé y me tomé como una propiedad selectiva y abandoné la idea de lechos fríos y sentimientos escasos, ahora solamente me pertenezco y me proclamo en libertad.

Final

Katty Sáenz

Cali Valle del Cauca, Colombia

 Diciembre  12 de 2003

Autor

kattysan1123@gmail.com
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