Narrativa

LA CRISIS EXISTECIAL

La Soledad que Vivimos los Despiertos, los que mantenemos en una constante crisis existencial, motivada por un desgarre del alma desde que somos niños y adquirimos una conciencia adversa a una realidad que no aceptamos nunca, una búsqueda inalcanzable de un origen y su razón  de ser, el resultado es un vacío insonoro y lúgubre que nos rompe con certeza, como una ola que fija su intención en el acantilado, va una y otra vez hacía él hasta desvanecerse sin más. La soledad de los despiertos, de los que estamos vacíos y hechos pedazos sin entender por qué, los que vivimos una realidad que parece lejana a la de los otros, los que nos hacemos a un lado, los incomprendidos, a esos que nos llaman inadaptados, asocial nos dicen, por que no compartimos sus ideas estructúrales y establecidas por una sociedad que marca un arquetipo y  la humanidad lo sigue como lerdos, lo hacen sin cuestionamiento alguno, programados por un mundo consumista y dictador que haya el valor en el otro por lo que tiene, por su apariencia y no por su misma humanidad.

Vivimos la soledad del despierto, del que haya sentido en un minuto de silencio, de ese al que hablar con el perro o el árbol le resulta más sustancial que compaginar con esa tan desgastante degradación de los valores humanos, preferimos los sonidos de la flauta de pan o de jilguero, que ese estridente coqueteo con el morbo sexual y violento que expone la “música” de estos tiempos.

Muchas veces nos catalogan como antipáticos por ese desinterés tan pronunciado que nos caracteriza a los despiertos de importarnos muy poco si encajamos o no, porque simplemente amamos no hacer parte de ese montón de zombis que transitan esta selva de cemento aferrados a su ego, ciegos y absortos de esa realidad tan cruda y tan fría que construyen día a día. 

Bendecido el despierto, los despiertos, aquellos que pueden observar más allá de  su narcisismo, que pueden ver que son más que un amasijo de huesos que los contiene, que saben que vibran, que si ponen el corazón se elevan, aquellos que tiene conciencia de que  todo es un continuo movimiento, una danza única y armónica del universo y lo que  lo conforma, bendecido el que busca respuestas a preguntas infinitas, el que cuestiona su realidad, su humanidad y su existencia, por qué ellos recibirán respuesta.

Bendecido el que espera en Dios y tiene la seguridad de su palabra, el que tiene puesta su fe en ella por que sabe que su recompensa no es de este mundo y bien aventurado el que sabe que Dios es un bálsamo que alivia las penas, una fuente inagotable que sacia al más sediento, bendecido el que sabe que su amor trasciende la conciencia humana y se dispone a experimentarlo, lo recibe en su corazón y se permite que cada latido sea el latido de Dios. Bendecido el que entiende que su amor es más fértil que el vientre fecundo, que no clasifica, no excluye y es perenne.

Bendecido el que no se conforma  y discrepa  a el sistema, el que sangra con la injusticia, el humilde y el dador, aquel al que le duele prójimo, el compasivo, el perseverante, el entregado y el que ofrece una y mil veces más su corazón sabiendo que el riesgo en un mundo que mira para si, es casi del cien por ciento, el que lo toma después de que lo dejaron maltrecho, lo restaura y sostiene en sus manos y si alguien lo necesita simplemente abre sus manos. el que comparte esta orbe con todo ser vivo, sabe y entiende que habitar aquí no es un privilegio solo de humanos y que todos estamos aquí por amor y gracia.

Bendecido el que tiene la capacidad  de observar más allá de su propio horizonte, el que se toma el tiempo de investigar si lo que le contaron desde niño es verdad o está sometido a ese sistema de lerdos programados y despierta sabiendose dueño de si mismo, el que tiene conciencia de la élite y no la sigue, no se somete y no se vende por cosas vacías y banales, el que entiende que su alma vale más que la esporádica fama, el lujo y la excentricidad, pues nada de esto trasciende a la muerte física,  a la que caminamos sabiendo que es la única realidad que no podemos negar ni rechazar,  el que sabe que la belleza es global y una contradicción entre lo que vemos unos y lo que ven otros, el que entiende que ésta no es una cualidad física si una expresión del ser, el que acepta a la vejez no como un estado que determina lo que es sino como una expresión de su sabiduría y evolución.  Por último, bendecido es aquel que pone a DIOS en cada uno de sus propósitos, en sus intenciones, en su camino y vive confiando de que su gracia lo cobija hasta el último latido de su existir.

Katty Sáenz

Long Island, New York (USA)

Marzo 11  de 2020

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