ADIÓS MUSA
Tanto te cantó mi alma, tanto hablaron mis versos de ti, tanto te poblé y te reinventé en mis prosas y el afán porque no desaparecieras en el apogeo de mis días flagelo mis formas, mis letras han recorrido caminos por los que huías amargamente dejando soledades y desdén.
Tanto me perdí en los oscuros caminos que hablaron de ti, que poblaron nuestros pasos lerdos, por estas inestables tierras en las que nos contamos patrañas que nos agredieron el alma, y te estuve reteniendo en mis noches asoladas, en las manchas sucumbidas y permanentes de mis letras, ellas; las únicas que entendieron lo que fuiste tú en mis días y en mi loco desvarío, en el centro mismo de lo que soy y lo que me contiene.
Tanto quise retenerte que fuiste calor y frío, risa y llanto, amor y tormento. Y todos te conocieron, te colocaron rostros, aromas y trajes con los que yo cubrí tu cuerpo sereno, reflejado en ese lienzo que mis manos heridas iban construyendo, y mientras las horas, los días y los meses dejaban abatidos y asolados lugares que fueron nuestros, yo simplemente te seguía reteniendo. Ha sido un triste autoflagelo (self-injury).
Tanto quise que me permanecieras habitando, y traje tu voz desde el silencio de mis afligidos recuerdos, para que llenaras con tus sonidos la soledad de mis aposentos, y con ella llegaba muchas veces también la figura blanca de tu sonrisa creando un caos en todo lo que a mi paso se abría.
Y fue tanto lo que te estuve reteniendo que no me di cuenta, ni mis letras tampoco. Que tú ya no eras, que no fuiste, que nunca has sido nada de aquello que mi ingenuo sentir había erigido, tardé demasiado tiempo sangrando cada letra, negándome a la evidencia de tu mentira, a la levedad de lo ilusorio que mi sentir abastecía.
Y fue tanto el empeño que yo me permití, que no sabía que no existías, que una Musa como tú era tan solo una historia maestra en todos mis contrariados sentidos, que eras tanto solo un medio para plasmar literarias y difusas figuras, para poblarme de prosa yo utilicé la quimera de lo que me hiciste creer. Ahora sé que no te fuiste, porque que simplemente no residiste, ahora mis cuencos blancos ya no hablan de ti, ellos saben que no hay más sustancia en tus designios.
Mi porfía fue tanta que no quería reconocer, que tú eras tan solo una dulce ficción, esa que permanecía de tal modo que no era yo el que te escribía, eran los entuertos de un cáncer mal curado que se manifestaba en cada postergación, en cada latido de este maltrecho y pulsador que llevo dentro. Ahora otra vez me tengo y me contengo, y la pujanza que me llevaba a escribirte se revela a la flagelación insustancial que te contiene. Ahora simplemente puedo decir adiós fábula, adiós suave invención, adiós te dice el hombre que te creo y te destruyo, adiós MUSA.
Katty Sáenz
Palma de Mallorca- España
Abril 30 de 2016